Una organización líquida es aquella que se adapta fácilmente a las innovaciones y a los cambios del entorno. Justamente la rigidez de algunas empresas hace que se obstaculice su competitividad y su desarrollo. Aquellas que apuestan por una estructura líquida padecen todo lo contrario.
Cada vez hay más empresas que se definen de esta forma para sobrevivir a los momentos volátiles del mercado y para adaptarse al entorno VUCA. Anticiparse a las necesidades y a los cambios es su característica principal.
Algunas de sus mayores adaptaciones son las estructuras organizativas. Se vuelven flexibles y horizontales para huir de todo aquello que sea jerárquico y desfasado. Todos los departamentos de la empresa se ponen a disposición de la innovación. Los diferentes perfiles profesionales se organizan por proyectos multidisciplinares.
Estos equipos, además, se caracterizan por ser muy diversos para complementarse. Colaborar entre ellos es lo que hace que las tareas se finalicen con éxito y con buenos resultados a corto-medio plazo. La flexibilidad y la adaptación son clave en la estructura líquida de una empresa.
El feedback y la comunicación bidireccional se prioriza en todo momento, al igual que los líderes nunca son los mismos. Cada proyecto tiene el suyo en función de las competencias requeridas y cambian regularmente para dar paso a nuevas maneras de pensar.
Los trabajadores están más motivados y son más productivos, también porque se les otorga algunas compensaciones con el objetivo de crear vínculos entre productividad y costes laborales. Estos incentivos buscan mejorar los resultados de la organización.
Algunas ventajas que nos ofrece First Workplaces de apostar por este tipo de compañías son:
- La optimización de costes
- El aprovechamiento del talento
- La adaptabilidad
- La agilidad
- Los mayores beneficios económicos y empresariales
Una empresa líquida crea equipos multidisciplinares en función de cada proyecto y los deshace al terminar para volver a crearlos de manera distinta para cubrir unas nuevas necesidades. Los empleados trabajan continuamente en equipo y con ambientes cambiantes, para que aprendan a adaptarse a la volatilidad.
La flexibilidad es clave para hacer frente a los cambios repentinos del mercado. Este tipo de organizaciones se vuelven realmente competitivas.