Triunfar en un proceso de selección de personal exige contar con un perfil acorde con el puesto, tener un buen currículo y superar distintas pruebas relacionales: tests, entrevistas individuales o grupales, etc.
Aunque cada vez más se están imponiendo nuevos sistemas telemáticos de comunicación, como las entrevistas por videoconferencia, uno de los factores de influjo subconsciente más influyentes en estos procesos sigue siendo la imagen personal del candidato.
La imagen propia en una selección de personal
Tu aspecto externo es tu carta de presentación inmediata. Nos guste o no, los seres humanos prejuzgamos a los demás en función de su proyección exterior. No siempre lo hacemos conscientemente, pero esas percepciones determinan en nosotros sentimientos y emociones del tipo parece interesante, parece encajar con el puesto o no me transmite confianza.
Aunque es cierto que, en estas selecciones, nos desenvolvemos con profesionales teóricamente cualificados y con experiencia, no lo es menos que todos somos humanos y estos aspectos también influyen en sus interpretaciones.
Ahora bien, ¿qué imagen debo proyectar? ¿Debo disfrazarme y aparentar en esos encuentros iniciales ser algo distinto a lo que realmente soy? ¿O es mejor mostrarme tal cual soy y apostar por la naturalidad, para sentirme cómodo y transmitir sinceridad?
Un poco de ambas cosas: en ningún caso debes mentir ni renunciar a ser quien eres, a mostrar tu esencia. De otra manera, aun suponiendo que fueras el elegido, pronto generarías frustración al ofrecer una realidad distinta a las expectativas inicialmente creadas.
Sin embargo, se trata de ser tú mismo desempeñando ese rol concreto al que aspiras. No es lo mismo optar a entrar en una compañía tecnológica de Silicon Valley que aspirar a convertirte en director financiero de una entidad bancaria nacional.
Adapta tu presencia a las características del puesto y la empresa a los que aspiras, sin dejar de ser tú mismo, para triunfar en esa selección de personal.