“Europa se enfrentaba al reto histórico” (planteado por la pandemia de la Covid-19) y “ha sabido responder con los mismos términos históricos”. Con estas palabras se refería ayer el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al pacto alcanzado por el Consejo Europeo.
Un acuerdo que supondrá la inyección de 140.000 millones de euros a la economía española en los próximos años, el equivalente al 11% del PIB, de los que unos 72.700 millones serán ayudas directas y el resto créditos.
Una respuesta “… a la crisis del Covid, pero también […] mirando hacia el futuro para hacer esas transformaciones que necesitamos hacer si queremos ser una economía resiliente, competitiva, inclusiva y digital y verde durante las próximas décadas”, tal como señalaba Sánchez.
Menos acertado estubo cuando se refirió al acuerdo como un “plan Marshall” pues el dinero no se transferirá directamente a cada país, si no que será concedido en función de los proyectos presentados. Dinero que proviene, por primera vez, del endeudamiento de la Unión Europea y que nada tendrá que ver con los fondos de cohesión de los años 80 y 90.
Aciertan más, creemos, aquellos que lo asemejan a la decisión de Alexander Hamilton, secretario del Tesoro de Estados Unidos bajo la presidencia de George Washington, de emitir deuda federal. Movimiento que sentó las bases de los actuales EEUU.
El futuro nos dirá si este es un verdadero “momento Hamiltoniano” para Europa y si se trata de un pacto tan decisivo como el que se fraguó en Maastricht en 1993 y que dió lugar al nacimiento del Euro, tal como se atreve a aseverar Enric Juliana en su entrada de hoy en La Vanguardia.
Según señala Raymond Torres, director de Coyuntura y Economía Internacional de Funcas, “básicamente se van a priorizar inversiones para facilitar la economía digital, la transición ecológica y todo tipo de acciones para elevar el potencial productivo del país, lo que puede incluir inversiones para mejorar la capacitación de los trabajadores”. “Son los ejes prioritarios, pero los sectores beneficiarios pueden ser muchos.[…], va a ser bastante horizontal”. Así lo recoje el artículo de hoy de Juande Portillo en Cinco Días.
No nos cabe duda que las ayudas a la capacitación de los trabajadores se traducirán en su mayoría en planes de formación que beneficiarán a la pyme, que emplea en España al 65,9% del total de los trabajadores. Así como lo harán las inversiones ligadas al ámbito tecnológico, que se destinarán casi con total seguridad a los planes de transformación digital de la pequeña y mediana empresa que hoy tiene en este terreno una auténtica asignatura pendiente.