Un proceso de selección es un conjunto de pruebas que tienen la finalidad de elegir nuevos candidatos y nuevos talentos para la empresa. Se buscan a las personas ideales para cada puesto de trabajo y se analizan los perfiles detalladamente. Cada proceso tiene sus fases y sus distintas etapas que culminan con la decisión final.
Como todo proceso, tiene sus momentos de dificultad y se realiza a un ritmo, en algunos casos, demasiado lento. El objetivo siempre es el mismo, ocupar vacantes. Para hacerlo es imprescindible conocer bien a cada profesional para poder descartar poco a poco a los que no se ajusten a la oferta y quedarte con los mejores para el puesto.
En nuestro anterior publicación Pasos clave en el proceso de selección de personal, os explicamos las diferentes fases del proceso de selección. En primer lugar la empresa debe comunicar la oferta de empleo con fuentes internas o externas, seguidamente se empiezan a recibir solicitudes y se realizan las pruebas técnicas para valorar a los candidatos. Una vez escogidos los más idóneos, se empieza la ronda de entrevistas personales para valorar sus actitudes y, finalmente, se procede a la contratación del candidato que trabajará en la empresa.
El proceso de selección no acaba con la contratación del profesional, sino que además debe asegurar una correcta incorporación, acogida y adaptación. Al candidato se le debe evaluar durante los primeros días y ayudarle a adaptarse a la empresa.
Para que el proceso sea exitoso, según Economipedia, es importante que la empresa cumple dos pasos fundamentales de planificación:
- Realizar un correcto análisis del puesto de trabajo y detallar las funciones que realizará el profesional escogido.
- Describir al candidato idóneo para el puesto y elaborar una lista detallada de las habilidades que debe tener la persona seleccionada.
Todos los departamentos de RRHH aspiran a realizar procesos de selección eficientes y exitosos. Lo es si se respeta el tiempo y los pasos necesarios para que sea un proceso profesional y serio. Andrés Raya nos da algunos consejos para garantizar un buen proceso:
- Tener en cuenta el coste de un proceso mal hecho.
- Disponer de la máxima información posible sobre la empresa y compartirla con los candidatos.
- Establecer relaciones laborales a largo plazo sin vender puestos de trabajo, solo resaltando sus ventajas.
- Ser realistas, claros y honestos a la hora de definir al candidato ideal.
- Realizar un buen matching entre el puesto y las competencias requeridas.
- Llevar a cabo un filtrado curricular y entrevistas para ahorrar tiempo en las siguientes fases y no dar falsas expectativas.
- Respetar los tiempos de cada fase.
- Analizar los resultados de manera regular.
- Dedicar el tiempo necesario a cada entrevista aunque se perciba que no encajará con el puesto.
- Procurar que los candidatos tengan buena experiencia.
- No caer en la innecesaria complicación de los procesos de selección.
- Ser constante y formal con la comunicación hacia los candidatos.
- Ofrecer feedback al cierre del proceso.
- Intentar ir más allá de las típicas fuentes de reclutamiento y ampliar la base de candidatos potenciales.
Cada proceso es distinto y no todos van a seguir el mismo patrón, pero hay que tener siempre las fases definidas y los objetivos fijos. No podemos controlar todas las variables que pueden influir en una situación de estas características, no obstante, es importante tener planes estratégicos a los que seguir.