Las organizaciones pasan por todo tipo de cambios durante su actividad. Muchos factores influyen en ello, ya sean externos o internos y pueden venir condicionados por aspectos tecnológicos, estructurales o personales. La empresa debe ser proactiva y adaptarse rápidamente, pero para poder hacerlo, primero se tiene que aprender a gestionar el cambio. Los profesionales, en muchas ocasiones, se resisten a ello y esto provoca retrasos en la misma organización.
Tener claras las distintas fases del cambio permite resolver los problemas que puedan surgir de manera más intuitiva. EAE Business School nos explica cuáles son estas fases:
- Ámbitos que necesitan cambios
Determinación de los aspectos que deben cambiar en la organización y ser precisos en los motivos.
- Conocer los puntos clave de la situación actual
Hacer un diagnóstico profundo.
- Planificación del cambio
Materialización de las necesidades observadas previamente.
- Implantación del cambio
Se llevan a cabo las actividades programadas.
- Control de resultados
Es el momento de valorar los resultados, tanto cualitativos como cuantitativos.
Tener los objetivos y las necesidades bien definidas permitirá tener un mayor control del cambio. Apostar por nuevas formas de organizarse o nuevos modelos de negocio también tiene el riesgo de destruir aquellos que no supieron adaptarse. También significa, en algunas ocasiones, enfrentamientos entre la misma plantilla.
Los cambios en el mundo empresarial son lentos. Hay que tener un buen plan y hacer una buena gestión del mismo para crear una buena estrategia. Las empresas tienen dos opciones: liderar cambios o quedarse inmóvil. La segunda opción es un error, porque los mismos avances terminarán por hacer desaparecer a la organización.
Actualmente, aún hay muchas empresas que se instalan en la segunda opción, por miedo al cambio o rigidez. Esto provoca una ralentización de su evolución.
